Marco Teórico

MARCO TÉORICO


Etimológicamente, la palabra aborto procede del latín abortus o aborsus, derivados de ab-orior, opuesto a orior, nacer. Se conoce con el término aborto a la interrupción del embarazo, la que puede producirse en forma espontánea, o provocada. Así, se distingue el aborto espontáneo del provocado: en el aborto espontáneo las causas que lo originan son ajenas a la voluntad humana, mientras que el aborto provocado es el causado voluntariamente por el hombre, de manera intencional y artificial.
Antiguamente, se justificaba el aborto por diversos motivos, ya sea porque el embarazo se encontraba en sus primeros meses y se consideraba que el feto no estaba animado (Grecia), o, como sucedía en Roma, el embrión era estimado como una portium viscerum matris, esto es, una parte de la madre y, por consiguiente, quien abortaba lo hacía disponiendo de su cuerpo. En el mundo cristiano siempre se tuvo como ilícito el cometer un aborto, y así fue considerado por prácticamente todas las codificaciones de la Europa cristiana.
En las últimas tres décadas, la legislación sobre el aborto inducido ha sido objeto de cambios en casi todos los países, con una tendencia general cada vez menos restrictiva. Algunos países que antes sólo permitían el aborto cuando era necesario para salvar la vida de la mujer, han modificado su marco legal para incluir motivos eugenésicos, económicos o sociales, y así sucesivamente. Actualmente casi dos tercios de la población mundial viven en países cuya legislación admite el aborto por diversas razones, inclusive la petición de la mujer; mientras que un pequeño grupo de países que conforman el 3% de la población mundial lo prohíben sin admitir causa alguna de excepción.
En nuestro país, estudios realizados muestran que el alto impacto del aborto en la mortalidad materna se corresponde con su elevada frecuencia. Por otra parte, la penalización impide que se lleve un exacto registro de los abortos que ocurren. Se estiman en 350.000 abortos por año, en general, voluntarios y no confesados. Los riesgos y complicaciones son más elevados cuando se trata de abortos clandestinos que de abortos legales. Un estudio de Belligan muestra que es mayor el acceso de las mujeres con capacidad económica al aborto y que las mujeres pobres tienden a realizar uno “casero” o a continuar con el embarazo
Quienes defienden el aborto sostienen que debe priorizarse el derecho de la madre a la intimidad, a su propio cuerpo y a la libre maternidad. También afirman que, frente a la ineficacia de las leyes penalizadoras y a los abortos clandestinos que ponen en riesgo la salud de millones de mujeres, debe recurrirse a la legalización para mejorar las condiciones sanitarias en que se realizan y consideran que la clandestinidad pone en riesgo a las mujeres con menores recursos económicos, creando situaciones discriminatorias.
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